miércoles, 23 de noviembre de 2016

Nuestros diez mejores vídeos porno de la semana

¡Muy buenaaaas, amiguetes de nuestro blog! Hoy estrenamos un nuevo tipo de contenido, se trata de una clasifica de los mejores videos porno de la semana y prepárate porque lo haremos todos los jueves. Esto no quiere decir que las pajillas te la hagas solo este día jejeje. Nuestro equipo altamente cualificado de cachondos desmenuzadores de número trabaja arduamente para entregar resultados rápidos y precisos. Además de eso, cada semana nos tomamos un momento para evaluar nuestros videos porno para calcular las escenas más populares. ¿Así qué vídeos de sexo están en la lista de esta semana? Desplázate y descubre lo que la gente mira para masturbarse.
10 Española gordita madura con enormes tetas.
Trata de una madura española con tetas enorme sacada de la calle para hacer un video porno casero.
9Las colegialas aprenden a follar pollas gordas
Un video que nos ha gustado por ser grabado en una escuela y las colegialas que aparecen son verdaderamente excitantes.
8Mujeres maduras peludas 50 años
Esto es particularmente indicado para los amantes de las mujeres peludas y de edad avanzada.
7Hija seduce a su madrastra que se masturba con ella
Hacia falta un video para las lesbianas y aquí lo tienen y que pedazo de escenas entre una hija y su madrastra.

sábado, 23 de enero de 2016

Follamos el viernes por la noche

Estaba en mi casa, por fin se había acabado el curro, era viernes por la tarde y me quería duchar y ponerme a ver mis series favoritas. Voy al foro y empiezo a buscar las que se estrenan en cartelera. Busco las que tengan mejor calidad o las que parezcan que las tienen. Y las pongo en la lista de descargas, en unas horas las tendré descargadas y luego a verlas en la tele bien a gusto. Todo está bien, me ducho y cuando estoy en la ducha oigo el timbre de la puerta. - coño quien podrá ser- maldigo. Me seco como puedo y me pongo algo de ropa. Totalmente mojado con un chándal encima y poco mas, sin ropa interior me acerco a la puerta, la abro.
Veo a mi sobrina Mirilla, con su ropa del colegio y los ojos totalmente rojos. Me pregunta entre tartamudeos y hipos de llorar, que sin puedo pasar. Le digo que si y cierro la puerta tras ella. Se echa en el sofá y empieza a llorar. Mi apartamento es un estudio, de unos 50 metros aproximadamente, tiene un salón-estar donde tengo la cama, la tele, un sofá y el ordenador en un mesa que está bajo la cama litera. Un cuarto de baño diminuto, con la ducha y el inodoro. En otro cuarto la cocina y una especie de despensa y poco más.

Donde está la despensa tengo la nevera. En el pasillo que conecta estos dos cuartos, mas que pasillo es otro cuarto esta la lavadora. Pues ahí estaba yo, poniéndome una camisa y maldiciendo mi suerte ya que el fin de semana que me prometía se estaba liando. - ¿qué ocurre Mirilla?- le pregunto a mi sobrina. - me he peleado con mama- me indica ella entre sollozos. - ¿que ha ocurrido esta vez? - indago. - pues que no me dejaba ir a una fiesta con mis amigas, porque dice que he tenido malas notas. - me comenta indignada. Ya estamos otra vez, mi sobrina de 15 se mosquea con sus padres por que no le dejan hacer lo que ella quiere y yo pagare las consecuencias. - Has llamado a tu madre y le has dicho donde estas?-le pregunto. - ¡No!- me dice indignada- ¡que se fastidie!. Me dirijo a mi móvil y le envió un mensaje a mi hermana.

Le indico que Mirilla esta aquí y que veré si la convenzo para que vuelva pronto a casa. Mi hermana me dice que esta muy enfada con ella, que si se puede quedar esta noche, que será lo mejor para calmar los ánimos. ¡Coño lo que me imaginaba!, pienso, menudo marrón me ha tocado. Yo con mis planes de ver mis pelis, ver la tela hasta la madrugada y ahora debo hacer de niñera. Me voy a la cocina a preparar algo de cenar, le pregunto a mi sobrina si quiere algo de cenar y me dice que no. Me hago un vaso de leche y me dirijo al sofá, mi sobrina está viendo en la tele un el gran hermano ese. Ella estaba en el sofá con una manta por encima. Se había quitado los zapatos y estaba arrebujada con la manta viendo la tele. Yo me pongo a su lado nos tapamos los dos, ya que hacia algo de frió y me quedo frito a los pocos minutos. Al cabo de un tiempo noto cierto gusto en mi entrepierna. Adormilado, me doy cuenta que una manita me está sobando la polla por encima del pantalón del chándal.

Sin abrir los ojos, disfruto de la sensación, es sumamente placentera y estoy en ese momento del sueño en el que es muy agradable y parece un sueño. No abro los ojos y disfruto de la manita que me frota la polla por encima del chándal. Entiendo que es mi sobrina y se está aprovechando, que con las prisas no me puse calzoncillos, con lo que mi morcillón miembro lo está notando en todo su esplendor. A estas alturas de la historias debo decir que tengo un miembro de unos 22 cm, bastante fuera de lo normal y de un grueso bastante ancho. Muchas mujeres se han asustado al vérmela, ya que nunca habían visto algo así. En este caso mi sobrina, creyendo que estaba dormido, no sé si noto mi polla por que al no tener ropa interior y tener un empalme la noto o es que la iba buscando. Pero yo os puedo decir que el placer de saber que mi sobrina me la estaba manoseando me estaba poniendo borrico total Mirilla, estaba pasando su manita por mi polla, la movía lentamente de adelante a atrás, muy despacio como si creyera que en cualquier momento me iba a despertar. Los dos tapados por las mantas.

Se oía la televisión de fotos, yo apoyado en un lado del sofá y ella en mi. Entre abrí los ojos un poco y mirando por el rabillo del ojo, la vi mirando a la televisión como si no pasara nada. Supongo que al rato se canso decidió meter la mano debajo del chándal. Su mano caliente no podía abarcar el grueso de mi miembro. Veía como me apretaba la polla desde la base y meneaba la mano desplazando la piel de mi polla. Estuvo de esa forma un buen rato. Al cabo de un rato, yo no podía aguantar mas, por lo que hice que me despertaba, ella saco la mano rápidamente y disimulo sin quitar la vista de la televisión. - que sueño más agradable- dije -¿si?- pregunto ella. Me levante con un empalme de mil demonios y eso era una buena tienda de campaña, ella que se la quedo mirando y sonrió, yo le dije, upps, perdona. y me dirigí al baño. Me pretendía hacer una pedazo de paja, que blanquearía la pared del baño, que jodía mi sobrina, me había puesto supe cachondo. Estaba en el baño, cuando hoy a mi sobrina tocar en la puerta. - tío- me dijo - si- le conteste- ¿puedo entrar y mirar? -me quede a cuadros- ¿pero qué dices niña? - Veras es que a mi edad tengo ciertas dudas y contigo tengo confianza.- me dijo con voz de niña buena y que no a roto un plato. -pero que no puedes verme desnudo. - le comente. - a estas alturas he visto fotos y vídeos porno, pero no he tocado a ningún hombre y pensé que si me dejabas poder observarte, además la tienes muy grande y me muero de curiosidad por verla.
Le dije que no varias veces, pero la niña sabia insistir, al final no me pude hacer la paja y aquello no se bajaba y menos con la conversación que estaba teniendo con mi sobrina, por lo que no tuve más remedio que salir del baño, era algo ridículo, parecía que me estaba escondiendo de ella. Salí y le dije que quería saber y me dijo que todo, que si la podía tocar, lamer, chupar, ... me quede flipado. Mi sobrina es una niña ya adolescente, de 15 años y está muy desarrollada. Tiene el pelo negro y largo, le llega casi hasta el trasero, tiene una cara muy bonita, un cuerpo delgado y unos pechos grandes para su cuerpo. Sus caderas insinúan un buen agarradero para poder follarla, sobresalen como el contorno de un jarrón. Mide 1,60 y no creo que crezca más, lo que le da un aspecto entre aniñada y adulta que tiene mucho morbo. Con el empalme que llevaba y semejante conversación, solo pensaba con la punta de la polla. Mi sobria ante mis dudas, supongo que entendió que era un si puedes y me bajo el pantalón allí mismo, mi polla salto como si tuviera un resorte y se quedo apuntando para arriba. - ooooh- dijo y se puso a tocarla, olerla lamerla. Vamos al sofá, le dije. Fuimos al sofá, me quite el chándal y me quede en bolas delante de ella. Esta se puso de rodillas se sentó sobre sus piernas y empezó a manipular mi polla. La sobaba de delante a atrás. Con la otra mano me agarraba las bolas, las sopesaba, la olía, pasaba la lengua por distintos lugares, estuvo de esta forma un rato, hasta que le dije, que me la mamara a lo que dijo que vale. Le explique un poco lo que debía hacer, que me la meneara, con la mano, mientras e metía la punta, no le cambia nada mas en la boquita. Al cabo de unos minutos, me estaba corriendo en su boca.

Le dije que se lo tragara todo. Y así lo hizo, algo se le escapo por la comisura de los labios ya que no se la podía comer toda. Siguió lamiendo y sorbiendo lo que salía de mi polla, sin descanso, hasta el punto de no bajarme el empalme. Le dije que apretara de la base hacia arriba, para que saliera todo el esperma. Volvió a ponerme con la polla hacia arriba a los pocos minutos, su ansia era gratificante. Cogí el teléfono y con la polla metida en la boca de mi sobrina, que no paraba de sobarme las bolas, llame a su madre y le dije, que al final Mirilla había decidido quedarse esta noche. Mi hermana me dio las gracias por estropearle el viernes. A lo que le dije que no importaba. Colgué y mire a mi sobrina. Seguía con la polla en la boca intentando que me corriera de nuevo, a lo que le dije, que esta vez le iba a costar más, que si le habían comido coño y me dijo que sin, que con unas amigas jugando se lo habían comido y que le gustaba, a lo que le dije, que le iba a gustar mucho. Se sentó ella en el sofá y abriéndole las piernas, le empiezo a pasar la lengua por su coño, primero por los labios y poco a poco los voy abriendo con mi lengua. Al cabo de unos minutos, cuando ya está muy húmeda, con los demos abro los labios y me adentro a jugar con su clítoris. Se vuelve loca y empieza a gemir, me agarra la cabeza y me dice que no pare. A los pocos minutos de sorber y lamer su clítoris, se está corriendo y gritando de placer. Le sigo lamiendo un rato más, hasta que se queda echada y adormecida. Yo con la polla más dura que nunca, voy a buscar una algo de aceite de oliva en la cocina, y pongo en una taza.

Digo que esta es mi oportunidad, al comerle el coño, veo que muchas pollas no han entrado por ahí, por lo que decido explorar el culo. Como esta medio dormida no me cuesta nada, girarla y ponerla boca a abajo, se deja hacer. Dejo caer sus piernas al suelo, dejando el culo a la altura de mi cara en el borde del sofá. Con la taza de aceite en el suelo y abierta de piernas, me mojo un dedo y empiezo a juguetear con su ojal. Ella ni se da cuenta, mientras tanto le masaje algo el clítoris, y le voy metiendo un dedo en el coño también. Poco a poco, mi dedo entra en su culo gracias al aceite y a la paja que le estoy haciendo. Empieza a gemir de nuevo y a estremecerse su cuerpo. Cuando ya tengo el dedo dentro, lo saco y mojo dos, para intentar meterlos, poco a poco consigo meter dos. El anillo de su esfínter me aprieta los dedos pero yo voy jugando con ellos, en círculos intentado relajarse, poco a poco noto que los dedos se mueven más suaves, ella tiene varios orgasmos mas, dejo de hacerle una paja con la otra mano y me empecino en su culo. Intento meterlo un tercer dedo, este me cuesta mucho y se queja, por lo que debo parar, pero como no quiero perder lo ganado, y estoy empalmado, decido hacer otra cosa. Busco un condón, me lo pongo. Levanto en peso a mi sobrina, y estando yo de pie, la voy dejando caer sobre mi polla, ella abre los ojos de repente, se agarra a mi cuello con sus manos y a mi cintura con sus piernas, con los dedos índice y corazón de ambas manos le voy abriendo el agujero del culo, lo voy penetrando con los 4 dedos poco a poco. Ella intenta hacer fuerza, para que mi polla no le entre rápidamente y la destroce, por que con sus piernas y manos, va bajando poco a poco.

Cuando le llega al fondo la punta de mi polla, da un grito y se pega a mi cuerpo. Su cuerpo es estremece, noto que tiene temblores y que le cuesta mantenerse sin que le entre mas polla. No la quiero destrozar y se la saco. En la misma posición, cambio de agujero. Cuando nota la punta de mi polla en la entrada de su culo, me grita. - me vas a reventar- me dice con los ojos como platos. - esa es la idea cariño- le comento. Poco a poco la punta entra en su culo. Noto como el anillo de su esfínter me aprieta la polla, está muy estrecha todavía. Pero ya tengo la punta dentro. - tío me hace daño- me dice llorando. - Aguanta un poco.- Poco a poco, se va acostumbrando a mi polla y empieza a gemir. Ella misma empieza a meterse y sacar mi rabo de su culo, al cabo de unos 10 minutos, me corro dentro de ella. Cuando la dejo en el sofá, sobre la manta, de su culo abierto, no deja de salir mi leche. Ella desfallecida y con la cara sonriente se enrolla en la manta y se queda dormida. Yo me dirijo a la ducha y me doy una.

Cumpliendo fantasías 2016

Me recosté en el asiento parando la música disco que salía de los walkman y me eché el pelo rubio y ondulado hacía atrás con un gesto brusco de la cabeza. El aire acondicionado del vagón hizo que un escalofrío me  recorriera todo el cuerpo y que mis pechos se pusieran mas duros que de costumbre. Estiré la camisa azul marino fuerte de manga corta que dejaba mi estomago completamente al aire mientras me levantaba. Llevaba un pantalón elástico vaquero desgastado bastante pegado a mi cuerpo y unas zapatillas de deporte blancas con una plataforma que me levantaba unos diez centímetros del suelo. Miré el reflejo que la ventanilla del vagón reflejaba y me subí el pantalón sin bolsillos por detrás. Estaba orgullosa de mi culo, y lo pavoneaba siempre que podía, tal y como solía aconsejarme mi hermana al principio. Sonreí al acordarme de aquello. Abrí la puerta del bar en el vagón de cola y me senté en uno de los taburetes pequeños delante de una televisión minúscula. Me encendí un cigarrillo y ante la atenta mirada del barman, solté el humo.
Volví a acordarme de los tiempos en los que yo miraba a chicas como yo por la calle sentado con mis colegas en un banco del parque. Recordaba que las odiaba a muerte porque eran orgullosas, maleducadas y encima se creían más que cualquiera, como mi hermana Belén, con sus ropetas ajustadas y sus aires de niñas pijas... en resumen, unas putas. Recordaba también como entre las sábanas de mi cama escuchaba las risas de Belén con Jonia cuando ambas llegaban por la noche después de salir de marcha y cerrando los ojos me masturbaba sintiéndome una mujer diez. Había pasado mucho tiempo desde aquello, mucho mas tiempo mental que real, porque no hacía ni dos años desde que mi hermana me pillara con sus pantalones puestos y yo ya había cambiado tanto que ni mi madre me reconocía. Entonces yo era una persona insegura, llena de fantasías que pensaba imposibles de cumplir y sobre todo un chico decente. El culo me dolía bastante todavía después de que Agracie, la negra de la noche anterior, me hiciera sentir mas mujer y mas puta que nunca antes nadie. Y es que me había penetrado de tal forma que no solo mi cuerpo se había abierto a todo ese placer. Me sentía diferente, como mas segura, mas echada para adelante... en resumidas cuentas: mas puta.
Al pensar eso sonreí de oreja a oreja. Quien me hubiera dicho entonces metido entre sabanas escuchando a Belén contar a Jonia los chicos que se habían ligado aquella noche , que en dos años iba a ser el arquetipo de zorra que siempre había odiado.
Salí del bar con el vaso en la mano y me senté al lado de un chico bastante atractivo, de esos que tienen el pelo muy corto, la camiseta muy pegada al cuerpo y un cubillo relleno y redondo. El me miró de arriba a abajo y siguió leyendo una revista de coches de carreras, aunque sabía que me miraba por el reflejo del cristal. Saqué un paquete de chicles.
También me sorprendió las ganas de tomar algo de alcohol a esas horas de la tarde, claro que después de pasarnos en la playa dos semanas borrachas y puestas de coca hasta las cejas, era normal que mi cuerpo quisiera seguir aquel ritmo. Dos días separada de la influencia de mi hermana y notaba que me estaba desbocando, porque ella siempre era la que pisaba el acelerador o tiraba del freno de mano según la ocasión... Pero yo sola, era como bajar un puerto de montaña en punto muerto. 
Di una calada al cigarrillo y me rasqué la nariz. Tenía unas ganas tremendas de llegar a la costa y que Dina me llevara a mi nueva casa. Le di un sorbo grande al vaso pequeño y saboreé el humo del cigarro antes de soltarlo contra el cristal. El tren basculó de un lado a otro al pasar por un cambio de vías y puse mi mano encima del vaso para que no se vertiera por la encimera marrón del coche-bar. Mi hermana, Jonia, Teresa e Arene iban a quedarse definitivamente una semana más en la playa y Dina me había convencido para que me mudara a una casa cerca del estudio fotográfico que el tenía en el norte del país. Casi me sentía una estrella incluso antes de que me hiciera la primera foto y eso hacía que últimamente me comportara como una gilipollas. Porque Dina me dijo que si yo quería haría de mi una estrella, pero que para eso debía madurar un poco y dejar las inseguridades que arrastraba.
Por fin el tren se paró. La estación era enorme, llena de árboles y palmeras, de gente corriendo de un lado a otro con maletas y seis o siete trenes diferentes pitando en las vías. Busqué el cartel de Salida y con las dos maletas al hombro ande como pude sobre las plataformas hasta la puerta. La humedad se notaba en todos los rincones. El mar estaba a escasos metros de allí y no pude dejar de recordar la casa de Teresa y las fiestas nocturnas con ella. Las echaba de menos... Encendí un cigarro dejando las maletas en el suelo. Dina tenía que estar por allí. El me miró con una expresión fría y negó con la cabeza. Me 
desabroché el primer botón de la camisa y me abaniqué la cabeza con la mano. ¿Qué cojines estaba haciendo?, me pregunté. Una cosa era que estuviera cumpliendo mi sueño de ser una mujer llena de curvas sensuales y otra que me convirtiera en una puta en mayúsculas. Me levanté nerviosa. Miré por la ventanilla y me volví a sentar. La estación estaba cerca ya, y deseé estar ya allí, porque tenía la libido por las nubes. Fui a darle un beso en la boca pero el puso la mejilla. Me quedé parada un segundo. Noté que alguien me cogía por el codo. Dina. Llevaba una camisa naranja apretada y un pantalón vaquero ancho con bolsillos a ambos lados de las piernas. Sonreí y le di un abrazo muy sentido. Su cuerpo estaba caliente comparado con el mío.
Me miró con sus ojos grandes.  Yo asentí intentando no parecer insegura. Ya me lo había dicho muchas veces: Tenía que saber lo que valía. Le acompañe hasta un coche deportivo, un BMW descapotable de color ceniza. Él dejó las maletas detrás y me abrió la puerta. Hacía un día soleado y claro y cada vez que respiraba el sabor del mar se me metía hasta el cerebro. Dina puso su mano en mi entrepierna apretando un poco. Sentí lo que siempre siento cuando alguien me toca allí. Unas ganas irrefrenables de follar. Por la mente se me paso un segundo el desabrocharse el pantalón y hacerle una mamada allí mismo, mientras conducía como muchas veces había
fantaseado. Era como si me viera en una película con la cámara fuera de mí. Mi mano fue hasta su pantalón y le desabroche el primer botón. Yo asentí mecánicamente cuando el paró el coche en una calle menos transitada. Un edificio marrón se alzaba enfrente. El salió del coche y 
cogiendo mis maletas entró en el edificio no sin antes apuntar con las llaves al BMW que emitió un sonoro pitido luciendo los focos varias veces. Le seguí agarrada a mi bolso rojo pequeño de plástico mientras movía mis caderas de un lado al otro debajo del pantalón vaquero desgastado. Dina parecía muy serio, y eso me ponía nerviosa, pero Belén iba a estar tan orgullosa de su hermanita... iba a dar lo mejor de mi. Entramos en una habitación espaciosa con varias puertas cerradas. Me llevó a través de un pasillo largo hasta una de ellas, la abrió y dejó mis maletas encima de una de las dos camas que ocupaban casi toda la habitación. El sol entraba por la ventana grande que había en el fondo.
Después me enseñó el baño, la sauna, otro cuarto lleno de maquinas de gimnasio y la cocina. 
Estaba bastante confundida, además de caliente. Cogí a Dina del brazo y me agaché mordiéndole poco a poco la camisa. 
El me miraba desde arriba sonriendo. Tenía su polla entre mis labios y 
comenzaba a succionar todo lo fuerte que podía, haciendo que sintiera mi piercing de la lengua mientras jugaba con su fresón. Era mas pequeña que la de Agracie, pero no podía contenerme. Le hice una mamada continua tocando con mis manos sus huevos, hasta que un chorro espeso y caliente cruzó mi garganta. Lo saboreé como si fuera agua fresca en un desierto. Me levanté roja e hinchada de placer. Si mi hermana hubiera estado allí seguro que me decía lo pervertida que era y que tuviera cuidado, que las chicas fáciles no son tan morbosas. Me empujé con la espalda y fui recorriendo las habitaciones con el re gustillo del semen de Dina en mi boca. Me acerqué a una de las ventanas del salón y vi como la playa kilométrica de la costa se alejaba hasta donde no podía ver. Parecía un hormiguero desde tan arriba. Me di la vuelta y fui hasta mi cuarto. Deshice la maleta poniendo toda mi ropa en las repisas libres de un armario blanco bastante austero. Respiré sentándome en la cama de la derecha. Iba a tener que vivir entre chicas, hacerme fotos... y por lo que parecía, hacer gimnasia. Escuché la puerta de la casa abriéndose y unas risas agudas se acercaron por el pasillo. Me levanté nerviosa. Por la puerta aparecieron dos de las mujeres mas guapas que había visto nunca. Eran increíbles. Las dos eran morenas, una con el pelo liso y largo y la otra con el pelo rizado como el mío, aunque mucho más corto. Se quedaron mirándome. Tenia unas caderas muy sensuales y me sorprendió que fuera tan alta. Me dio dos besos y comenzó a quitarse el bikini azul que llevaba. Me quedé embobada al ver que aquella mujer modelo tenía una polla entre sus piernas. La otra chica, Cristina, de ojos azules y pelo rizado hizo lo mismo con el mismo resultado. Me desnudé y cogí mi toalla rosa. No sabía lo que Dina esperaba de mi, pero yo no era ni mucho menos como Maura y Cristina. Ellas tenían algo mas que yo: seguridad, feminidad. ¿Y si las fotos no eran como Dina esperaba?... ¿y si tenía que hacer cosas que yo no quería?. Cerré la mandíbula fuerte y di un paso para salir de la habitación. Si había llegado hasta ahí en solo dos años lucharía por llegar más lejos, como siempre me decía mi hermana, tía, que eres especial. Me miré al espejo del cuarto de Cristina de camino al baño y me sonrojé tapando mis pechos minúsculos con la toalla. A veces se me olvidaba que yo no había nacido mujer y que me quedaba mucho por hacer, o esconder. Las paredes blancas de casa me relajaban. Tenía todavía varias horas por delante para poder prepararme hasta las primeras fotos. Metí primero una pierna dentro de aquel baño de burbujas y después dejé que mi cuerpo se introdujera hasta el fondo. Un pequeño asiento de plástico paró mi culo. 
Comenzó a subir y bajar su mano con mi pene dentro, y yo tuve que cerrar los ojos del gusto. El agua estaba muy caliente, las burbujas me hacían cosquillas, Maura era una belleza y joder, todo aquello era como un sueño. Mi polla se hizo mas grande y noté que un dedo que no era el mío se metía en mi boca. Instintivamente saqué mi lengua y jugué con él. Llevaba un anillo plateado que estaba frío en comparación con el resto. Su uña era muy larga y a veces me rascaba la punta de la lengua. Me dejé llevar. Abrí mis piernas y el agua a presión se introdujo por mi culo. Comencé a respirar muy fuerte. Maura paró un poco la velocidad de su mano y me soltó la polla que ahora apuntaba hacia el cielo. Se sentó encima mío con las rodillas a la altura de mi cara y con su mano volvió a coger mi polla, esta vez para introducirla en el culo poco a poco. Abrí los párpados y sus ojos verdes me miraron con lujuria. Yo apoyé mis manos en la barandilla metálica del jacuzzi y comencé a hacer flexiones con mi cuerpo. Sabía perfectamente lo que era que una polla te partiera por la mitad, y por ello sabía que hacer para que ella sintiera lo mismo que yo solía sentir. Ella cerró los ojos y bajó su cabeza. Su pelo negro se sumergió en el agua. Me mordió el cuello hasta que grité de dolor. En ese momento me corrí dentro de su cuerpo. Ella respiró hondo. Vi que por el agua flotaban unos hilos pastosos que se iban por el sumidero saltando entre las burbujas. Maura se sentó a mi lado de nuevo y echó la cabeza hacía atrás respirando fuerte todavía. Yo me sentía como si Jonia me hubiera violado. Se estaba poniendo un pantalón rojo muy chillón y estaba escondiendo su polla entre las piernas. Tenía una camiseta negra de tirantes muy pequeña y sus pechos parecían no querer quedarse dentro.